En la colección de estampas flamencas de Ceán están representados la mayoría de los grabadores importantes de esta escuela desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII. Son una buena muestra del quehacer de estos profesionales que se trasladaban de un país a otro de Europa, de los Países Bajos a Alemania, Italia y hasta a España reproduciendo con sus buriles cuadros o dibujos de los mejores pintores con una técnica excelente, en la que se mezcla la manera alemana con la italiana, hasta crear un estilo propio. Sus estampas se difundieron por toda Europa, sobre todo las de tema religioso, y fueron un importante instrumento en la difusión de las directrices del Concilio de Trento y de la Contrarreforma, al tiempo que servían de fuente de inspiración temática y compositiva de artistas de toda Europa y también de América.
Ceán advierte en su historia del grabado que es difícil separar la escuela flamenca de la holandesa por el continuo cambio de residencia de los artistas, debido tanto a la complicada situación política de los Países bajos en los siglos XVI y XVII, como a factores económicos.
El oficio de grabadores de reproducción se transmitía de padres a hijos, creándose auténticas dinastías de excelentes grabadores como los Vierix o los Sadeler. Algunos miembros de esta última familia trabajaron en Italia grabando excelentes copias de Rafael, Tiziano, Tintoretto o Barocci que se difundieron por todo el mundo y, al volver a su país, transmitieron lo que habían aprendido coadyuvando a la creación de una importante industria de difusión de imágenes de gran calidad. En este sentido también fue fundamental el papel que jugaron los dos grandes pintores flamencos del siglo XVII, Rubens y Van Dyck. El primero se dio cuenta de la importancia de dar a conocer sus obras en todo el mundo a través del grabado y, con este motivo, montó una empresa controlada por él en la que trabajaron los mejores grabadores de reproducción del momento, que lograron «traducir» en sus estampas la genialidad de la obra del maestro. Y lo mismo hizo su discípulo, Van Dyck, cuyos elegantes retratos grabados de reyes y reinas, nobles, militares, intelectuales y, sobre todo artistas, reunidos en la llamada Iconografía sirvieron de modelo compositivo a los pintores de toda Europa hasta bien entrado el siglo XVIII. Ceán tenía treinta y dos retratos de esta serie.
En este apartado Ceán incluyó a Pierre Perret (más conocido como Pedro Perret) oriundo de Amberes pero, llamado a España por Felipe II y Juan de Herrera para que grabara las estampas del monasterio del Escorial con el fin de darlo a conocer en todo el mundo, se puede decir que fue el fundador de la escuela española de grabado.
Aunque usualmente se adscribe a Jacques Callot a la escuela francesa, Ceán lo hace a la flamenca porque Nancy, la ciudad donde nació y vivió la mayor parte de su vida, era la capital del ducado independiente de Lorena y sólo con posterioridad fue anexionada a Francia.